Entrelazos

El conjunto de la obra de Myriam Lynch nos entrega un lenguaje artístico coherente, de cuidado oficio, orden visual grato, sentido de la espacialidad, movimiento y dinámica compositiva que envuelve e invita a recorrer su mundo de líquenes, alimentados por una amplia gama de cromatismos. Fiel a sus orígenes en el ámbito del diseño, la proposición de Myriam dialoga con el público desde el primer golpe visual, y conforma una atmósfera sugerente, en que la seducción de la materia se enlaza con la agilidad de su contenido.

El resultado es una colección de pinturas con aires de un fresco pop art, con un sello personal y lúdico, pleno de ilusiones y perspectivas que manifiestan la imaginación que se proyecta en sus obras. Cuidadosa en la producción, su trabajo mantiene un formato unificado, que le da un sello visual grato a su propuesta, un contenido con un lenguaje singular, sin caer en el recurso fácil. Imbuida del concepto de imagen de nuestros tiempos, la propuesta invita al espectador a recorrer su creación, a detenerse en los pequeños grandes detalles que crean una singular realidad a partir de la fértil imaginación de la artista.

 El oficio de Myriam Lynch se hace evidente en la forma de trasladar la materialidad de sus formas, la proyección de luces y sombras, para conformar volumetría, perspectivas contrapuestas, rectas y círculos, planos y profundidades, que se relacionan en el desafío que ella hace suyo de manera coherente y clara.  Así, el océano inmenso de sus líquenes nos llama a dar continuidad al cosmos que la artista propone, dejando en nuestra propia mente el apasionante ejercicio de dar curso a nuestras ideas, emociones y sentimientos.